En el lejano septiembre de 1962 arribó María Lupe Abradelo Valdivia a un intrincado caserío nombrado Los Ramones, perteneciente a la entonces provincia de Camagüey. “Tenía 16 años y desconocía el lugar; aquel primer curso tuve 70 alumnos de toda la Enseñanza Primaria y por las noches daba clases a los adultos para que cogieran el sexto grado”.
Llegó con aires juveniles y llevaba dentro el ADN de la docencia; pero ni el más adelantado de sus cálculos matemáticos le permitió vaticinar que a aquella humilde escuela no la dejaría nunca, salvo en puntuales ocasiones en que su magisterio hizo falta en planteles de Jatibonico o San Felipe.
En julio del 2013 la emblemática maestra rural terminó su curso escolar número 50. Esa mañana había sol en el caserío y María Lupe regresó al aula; no hay alumnos, solo ella y sus recuerdos. Se sienta al lado del pizarrón y abre el cuaderno de su alma para hacer quizás el repaso más hondo de su vida.
¿Los apremios de la época la inclinaron hacia el magisterio?
Siempre quise ser maestra; cuando era estudiante de Secundaria, me ponía en las vacaciones a repasar. Soy de Jatibonico, criada con los mimos de mamá y papá, la niña que estudió; ellos querían que hiciera otra carrera, pero nací para enseñar. Hice el noveno grado y participé en la Campaña de Alfabetización; mi mamá no me dejó ir para la escuela de maestros de Minas de Frío, en Oriente, no quiso separarse de mí.
¿Por qué usted invirtió el desplazamiento más común y fue de la ciudad hacia el campo?
Mi papá me dijo un día: Lupita, hacen falta maestros. Y es que Fidel había hecho en esos años un llamado para Maestros Populares en Cuba; soy del primer contingente y me dijeron: “Te toca Los Ramones”.
Venía los lunes, en el carro de Acopio; me alojaba en una casa y regresaba a Jatibonico los viernes. Después me enamoré, me casé, tuve mis dos hijos y aquí he pasado los últimos 50 años de mi vida. Imagínate que les he dado clases a los nietos de aquellos primeros alumnos que enseñé a leer. Hoy son adultos y me dicen maestra.
¿Impartir todos los grados de la Enseñanza Primaria exige una preparación superior?
Desde que llegué fue una escuela multígrado, impartí todas las enseñanzas; sí, hay que estudiar y prepararse bien. Me aislé del pueblo, sin embargo me hice Licenciada en Maestra Primaria viviendo en Los Ramones y viajando diario. Durante muchos años fui la única docente, después formé cuatro maestras aquí y me he concentrado más en los grados superiores, pues me atrae la Historia y la Matemática.
¿Pueden aprender alumnos de grados diferentes en la misma aula?
Este curso que acabo de terminar tenía alumnos de tres grados en el aula, los atiendo a todos, ellos se concentran y aprenden. La clase, cuando el maestro la motiva, le llega a los muchachos; me dicen que hablo mucho, pero la comunicación es mi arma de trabajo, por eso en el aula apenas me siento y les entrego todo el cariño del mundo.
En mi vida docente solo me ha desaprobado un alumno y para que usted vea lo que son las casualidades, ese desaprobado me costó no recibir un carro que llegó de estímulo a Jatibonico ese año.
Nada me desanima; he vivido para la escuela, mi familia y la comunidad. Soy muy celosa con los medios escolares, tanto que conservo todavía, y doy clases con ellos, dos microscopios que se entregaron varias décadas atrás. Un día vinieron a darles baja como medios básicos y no estuve de acuerdo, ahí están, aunque sé que posiblemente esos medios no existan en ningún otro lado.
¿Con el retiro termina el magisterio?
Me jubilé en febrero pasado con 67 años, no hallaba cómo hacerlo; decía: el día que me jubile no me voy a sentir bien, pero bueno, todo tiene un fin y considero que ya he cumplido con mi país. Me acogí a la nueva ley y casi cobro el salario completo.
Si me necesitan haré otro curso y ya; y sería para terminar el último ciclo que estoy impartiendo. La maestra que formé para que me relevara pasó a jefa de ciclo de la zona y ahora hay otra maestra que será la que se quede en la escuela. Me da mucha emoción que una alumna sea mi jefa de ciclo en esta etapa final de la carrera.
¿Qué ha sido Los Ramones para María Lupe?
El espacio que ha llenado mi vida laboral, familiar y comunitaria; donde me he sentido útil socialmente, apoyando las elecciones y cuanta actividad o ceremonia acontezca aquí; la zona donde he podido desplegar una vida de militante sin tener el carné del Partido, mis dos hijos sí lo tienen; el lugar en el cual, por mi trabajo, me han honrado con las medallas y distinciones que otorga la Educación cubana.
Me gustó Los Ramones, el campo, enredarme con puercos y gallinas en los ratos en que no estoy en la escuela que, por cierto, son pocos. Sin la ayuda de mi familia, de mi esposo, no hubiese sido posible dedicar tantos años al magisterio. Todavía a estas alturas mi familia no acepta que me haya quedado aquí; tuve la oportunidad de irme y no lo hice; me siento muy feliz en esta zona.